La Esperanza en Medio de la Desesperanza




El pasado sábado 16 de Diciembre; la comunidad Llama de Amor Viva, realizó un retiro de contemplación y silencio en el Monasterio de las Hermanas Carmelitas Descalzas de los Chorros, donde asistimos miembros del Carmelo Seglar de Caracas y tuvimos la gracia de contar algunas experiencias que agregarán un valor especial y significativo a nuestra vida espiritual. Me gustaría compartir y relatar algunas profundas reflexiones que experimenté durante este evento.

Para nada es un secreto la difícil situación económica, la crisis política y emocional que estamos viviendo millones de venezolanos en el país; mas es loable destacar, que incluso los espacios destinados para la oración, meditación, reflexión, contemplación y desconexión de las tribulaciones que nos agobian diariamente, no son exentos para ventilar la pesada carga que hemos de llevar de manera constante en nuestros corazones.

De forma muy acertada y aleatoria a la vez, una de mis compañeras de la comunidad dirimió discretamente un comentario sobre sus preocupaciones personales durante la realización del retiro; cosa que agradecí y me llenó de satisfacción, saber que no era el único que estaba ahí llevando la pesada carga impuesta de nuestra situación.

Al principio del retiro, mi cabeza estaba confusa, llena de dudas y escepticismo, no tenía idea que hacia ahí, que sentir con los ejercicios espirituales o que debía hacer; estaba angustiado, desanimado y hasta aburrido de pensar, que estaba cumpliendo una actividad para la cual no tenía mi mente, ni mi espíritu disposición alguna. Incluso llegué a considerar que estaba perdiendo el tiempo y que solo estaba ahí por el compromiso de cumplir la actividad.

No fue sino hasta el final de la jornada donde se nos permitió hablar de nuestra experiencia personal y fue entonces cuando expresé lo que sentía; creo que para lograr una buena conexión con Dios y con tus hermanos, es necesario basar tu opinión siempre con gran honestidad; aunque esto implique quizás un grado de incomodidad dentro de los demás miembros. Suelo pecar de imprudente e inoportuno; pero en esta ocasión, mi imprudencia me llevó a descubrir la presencia de Cristo en medio aquel desierto donde me encontraba ese día.

Una vez expresado todo ese container de emociones, las palabras de nuestro querido hermano Luis Enrique, cayeron como lluvia fresca en medio de aquel agonizante desierto, permítanme parafrasear algunas de las cosas que dijo.

Comenzó narrando ciertas experiencias personales, donde enfatizó la desesperanza que estaban viviendo miembros de su parroquia y como se les brindaba una palabra de aliento en medio de tal clima. Una de las frases que más llamó mi atención fue cuando cuestionó el objetivo de nuestra cristiandad y de manera muy acertada expresó: ─ El cristiano debe anclar el objetivo de su vida en el encuentro final con Jesús, es ahí donde debe estar colocada su esperanza, la esperanza del encuentro y el sentido de su vida cristiana. Es oportuno destacar que incluso la Virgen María; Madre de Nuestro Señor, no estuvo exenta del sufrimiento y las dificultades.

A lo largo de sus opiniones señaló algunas otras experiencias relevantes y reflexionó sobre el hecho de que miembros del movimiento “Pare de Sufrir” se han dado a la tarea de ir a repartir sus panfletos a las puertas de su parroquia; acción que encontró su reacción ─ ¡Bendito seas Newton!─ cuando uno de sus compañeros manifestó que iría a entregar las hojitas dominicales a las puertas de “Pare de Sufrir”; esto brindó algunas risas entre los asistentes y permitió introducir; lo que creo yo, fue el pináculo de su intervención.

Nuestro hermano Luis destacó: ─ Cristo no fue un estafador… su mensaje jamás fue sobre desaparecer o eliminar el sufrimiento de las personas; porque incluso Él mismo y su propia madre sufrieron. El mensaje de Jesús se basa; que incluso bajo el flagelo del sufrimiento, el estaría con nosotros hasta el final de los tiempos. No fue sino hasta ese momento donde estas palabras bien conocidas; más no bien asimiladas por mí, tuvieron una nueva dimensión. Comprendí en medio de aquel jaleo mental que sufría, que no podía centrar mi relación con Jesús en un intercambio del dolor y la angustia que vivo, sino que es a través de Él, donde puedo encontrar las fuerzas y el alivio para sobrellevar tales adversidades.

Posterior a la brillante y oportuna intervención de nuestro hermano Luis Enrique, hice el tangente comentario de connotación humorística (muy característico de mi) pero reflexivo a la vez, sobre que deberíamos tener un programa radial; las risas no se hicieron esperar, pero es que necesitaba puntualizar la importancia de que tales palabras no pueden ser reservadas solamente para los miembros de la comunidad; todo el país necesita saber que en medio de sus sufrimientos, hay un Dios a la vuelta de la esquina ansioso por ayudarnos a atravesar ese desierto y que lejos de desaparecer nuestras penas, está ahí para ayudarnos a cruzarlo, con la mirada fija en el objetivo de nuestro encuentro final con Él. Esa debe ser nuestra esperanza en medio de la desesperanza.



Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
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