La imagen anterior pertenece a una publicación reciente en redes
sociales, la cual me ha regalado el impulso para realizar la presente sinopsis; gracias
a estas incongruencias desmesuradas y la completa falta de sindéresis de las
personas, puedo someter a consideración este don de redacción y la capacidad
reflexiva de quienes leen estas publicaciones. No ha sido la primera vez; mas
no será la última, que una imagen de Facebook, provoque el estallido de querer
ejercer la apología de la fe; pero más que de la fe, de la lógica, el raciocinio
y el sentido común que debieran tener los cibernautas, al hacer público y notorio su nivel de estulticia.
Hace un par de días, me encontré con esa imagen que expresaba; una vez más, la aversión contra la Iglesia; pero lo que más resalta ante la vista, no es la contundente campaña de rechazo contra la institución católica, contra la religión o quienes hacemos vida dentro de esta. Lo que más destaca es la falta de coherencia del mensaje.
Con esto viene a mi mente muchos otros
tantos desvaríos con los que me he topado; uno de ellos fue, una vecina que decía
que creía en Jesús, mientras tomaba con vehemencia una imagen de la misericordia
que colgaba de su cuello; pero acompañando con la irreverente frase: “...pero
no creo en la Iglesia, porque esas normas que tiene son muy viejas y deberían
ser cambiadas...”. Habrase escuchado semejante estupidez.
Siendo honestos y coherentes en esta
situación, vamos a dilucidar el punto neurálgico de esta polémica, cuando
aseguramos con certeza, que no se puede creer en Cristo sin su Iglesia, a lo
que concluiremos con la siguiente pregunta ¿En qué Cristo cree usted...?
Si analizamos y argumentamos con la
historia de la humanidad, debo preguntarle ¿Cree usted en el descubrimiento de
América o en la redondez de la tierra...?; o ¿Cree usted en la caída del
Imperio Romano...? y del mismo modo, ¿Cree que Bolívar, Lincoln o José de
San Martín son padres de la libertad...? y si sus respuestas son “Sí”; para cada
una de estas preguntas, permítanme replantear ¿Cómo lo sabe...? Yo le diré cómo y
porqué sabe tales cosas.
La sapiencia y el soporte que moldea nuestra cultura general, se basa en la adquisición del conocimiento a través de datos históricos; no se funda en chismes de vecindad, sino en hechos palpables de la historia que han sido plasmados en documentos, bitácoras, decretos, cartas y todo tipo de manifestaciones escritas de la humanidad.
Sabemos que existió una sentencia de muerte contra Jesús, por diversos documentos escritos que narran la crucifixión; de igual forma conocemos, que existe una bitácora de navegación de un tal Cristóbal Colón; que expresa con lujo de detalles, un viaje desde el puerto de Palos de España a las Indias o la conquista del México Azteca por Hernán Cortés y con el mismo tenor, precisamos que un sujeto de nombre Neil Armstrong, llegó a la luna.
Ahora; debo preguntar, ¿Estuvo usted ahí para corroborar tales
hechos...? y la respuesta señores, es... (repique de tambores...prrrrrrrrrr) la
respuesta es un contundente ¡NO! Usted no estuvo ahí para verificar tales
chismes de la historia, entonces ¿Cómo sabe que sucedió?. La única manera de
conocer tales sucesos históricos, es colocando su fe, su credibilidad, su
confianza, en los escritos elaborados y heredados de miles de historiadores y
cronistas de todos los tiempos, No existe otra forma de saber y dar fe, a tales datos.
A donde queremos llegar con esto... que una
vez; bien conocida la campaña de desacreditación contra la Biblia y el
desprestigio sistemático contra la Iglesia, podemos concluir que usted, NO
CONOCERÍA A CRISTO, de no ser por el registro histórico depositado en un
compendio de documentos, reunidos a lo largo de más de dos mil años
de investigación arqueológica, documental e histórica. NO HAY MANERA POSIBLE;
que usted, “publicador de filosofía barata de redes sociales” pueda conocer a
Cristo, sin el documento que le da vida, el registro que dice que existió un
hombre que camino sobre las aguas, sanó enfermos, resucitó un cadáver
putrefacto de cuatro días y venció a la muerte, a menos que usted deposite su
confianza en tales registros o... haya tenido un encuentro personal con Él, como Santa Teresa de Jesús, Don Bosco o el Padre Pio; para lo que requeriría llevar una vida de santidad y sinceramente... no creo que sea su caso.
De manera que; mi querido amigo, ¿Cómo
cree usted en Jesús y no cree en el registro de su vida...?; ¿Cómo da usted
vida a ese personaje sin ese libro que tanto desprecia...? Se da cuenta ahora, la soberana
estupidez de decir: “...creo en Cristo, pero no en la Iglesia fundada por él?,
o ¿Creo en Jesús, pero no en la Biblia...? así que llegamos a la pregunta de
las sesenta y cuatro mil lochas... o la del millón de dólares; por aquello de
la devaluación...¿EN QUE CRISTO CREE USTED...?
Para cerrar, una vez expuesto el argumento
histórico; que no sólo defiende un libro, sino que sostiene “TODA” la extensa realidad
de “TODO” conocimiento académico... ¿En qué se basa usted para creer en un Cristo,
desacreditando el único registro conocido sobre su vida y obra..? Si aún después
de estas palabras, usted persiste en la agonizante entelequia de creer en un
Jesús sin Biblia y sin Iglesia; como dijo la Madre Teresa de Calcuta: “Para
aquel que cree, ninguna explicación es necesaria; para aquel que No cree,
ninguna explicación es posible.
Sé que no puedo
controlar el impulso de rebatir determinadas publicaciones que buscan el
detrimento de la fe y estoy consciente, de ser como una especie de imán que
atrae este tipo de polémicas; pero se me da fatal vivir de manera estoica ante
ellas, quizás sea un trastorno obsesivo compulsivo; pero qué más da... Ahora, para
no dejar cabos sueltos con eso de “Creer en Dios”.
Creer en Dios “No
es suficiente”; es un concepto incompleto en todo sentido, permítanme
ilustrarle. El demonio cree conscientemente en la existencia de Dios; porqué
vivió y fue expulsado de su presencia, se paró delante de Él en la incitación
contra Job, tres veces; se acercó a Cristo para tentarlo, tres veces y llenó a
Pedro de miedo; para negar a Jesús, tres veces más.
Lucifer está tan convencido de la existencia y la presencia de Dios, que hace todo lo posible para perturbar la relación hombre-Dios; desde intimidarnos, hasta tentarnos, pero si el demonio cree en Dios... ¿No sería esto suficiente para tener su gracia...? ¿Verdad que No...? Además de creer en Dios... ¿Qué se necesita para conseguir su beneplácito...?
No hay coherencia
al decir creo en Dios y dudar de la herencia que nos dejó, lo único que
construye una relación con Él; una vez más, es el registro de esa relación con el mundo.
Sí... puedes comunicarte con Dios sin necesidad de una Biblia, de una Iglesia o
de un sacerdote; pero nunca conocerás su voluntad, a menos que intentemos
profundizar el legado de su existencia, su vida y obra, a través de las
escrituras, de su Iglesia y de sus hombres de servicio leal.
Creo en Jesús,
pero no creo en lo que hizo, lo que fundó o instituyó... es como decir que
creo en mis amigos porque estoy consciente de que existen, pero a la hora de
necesitar cualquier cosa de ellos, no creo en sus habilidades. No creo en
alguno que sea profesor, ni en su capacidad para educar, aunque estuvieran
graduados en educación; tampoco creería en alguno que fuera albañil para
remodelar mi casa o no daría mi confianza para comprarle un pastel a quien
fuera repostero.
Creer en ellos
sólo porque existen y no creer en lo que hacen, es desconfianza, creer se basa
en confiar en sus talentos y habilidades; de no depositar esta confianza en
cada uno de ustedes y lo que hacen para vivir, sería un mensaje antagónico,
incongruente e hipócrita. Si cree, debe confiar y para confiar, tienen que dar
la oportunidad de que pongan en práctica sus conocimientos; por eso, no
se cierren al conocimiento.
La Iglesia, fundada en las manos de un hombre como Pedro, sin estudios, iracundo, desconfiado y desleal (hablemos claro; el hombre se rajó) en el momento de la verdad con nuestro Señor, son la prueba irrefutable de que Jesús; ya sabía de antemano, de que estaba colocando la titánica tarea de difundir su mensaje, en hombres frágiles y llenos de defectos; pero si aun así, el mismo Cristo confió... ¿Por qué usted No...? Eso se llama SOBERBIA, ¿Acaso somos más que Jesús, para darnos semejante lujo...?
Un abrazo a todos, en Cristo Jesús
y en su registro...
0 Komentar