CARMELO SEGLAR DE CARACAS
Espiritualidad de Sor Isabel de la Trinidad
DATOS BIOGRÁFICOS
Nace
en Francia en el campo militar de Avor, distrito de Farges-en-Septaine, en
Julio 18 de 1880.
v En
su niñez mostró temperamento apasionado y propenso a arrebatos de cólera.
v A
los 7 años perdió a su padre, lo cual alentó a su conversión.
v A
sus 14 años hizo voto de virginidad, empezando a recibir gracias mística a los
19.
v Se
propuso como lema de vida ser “Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad”.
v De
vida breve pero sólida, se hace referencia de espiritualidad por su experiencia
trinitaria.
v En enero de 1901 (21 a.) ingresa al convento carmelitano de Dijon.
ASPECTOSDE SU PERSONALIDAD
v
Heredó un temperamento ardiente.
v En
su infancia manifestó arrebatos de cólera.
v La
primera confesión le otorga fuerzas para iniciar su conversión.
v Su
primera comunión le puso en contacto pleno con Jesús.
v Se
sentía atraída hacia el Carmelo.
v Vivía
rodeada de eventos sociales.
v Gustaba
de trabajar con niños.
«Repetía su institutriz: Esta niña es de una voluntad de hierro; tiene que llegar a lo que desea.»
LLEGADA AL CARMELO
v Al
tomar su celda la primera vez se escuchó murmurar “la trinidad está allí”.
v Gustaba
de pedir consejos para su progreso espiritual.
v Se
describe su ideal de santidad “Vivir de amor para morir de amor”.
v Su
devoción al alma de Cristo.
v Encuentra
a Cristo en todo y vive en Él desde el Carmelo.
v Todos
los sacrificios se vuelven divinos.
v Padecía
de olvidos involuntarios en las labores cotidianas.
v La
Madre Germana será su priora, maestra y finalmente, admiradora y discípula.
v Hace como regla de vida el silencio.
ESPIRITUALIDAD
“Dios
tomó posesión de mi corazón de tal manera y con tal perfección, que después de
este misterioso coloquio yo ya no aspiraba más que a entregarle mi vida, a
devolverle un poco de su gran amor…”
Isabel a los 14 años
Dos elementos fundamentales constituyen la esencia de toda santidad.
- El despojo de sí.
- La unión con Dios.
Se
encuentran siempre bajo los más variados matices de la vida de los santos. En
una Carmelita ese aspecto reviste la forma de una separación absoluta. Pero
entre las almas carmelitanas cada una vive a su modo esta doctrina de la «nada»
de la criatura y del «Todo» de Dios, que tanto gustaba a San Juan de la Cruz.
Leyendo a San Pablo, descubre una intensa llamada a ser Alabanza de Gloria de Dios Trino en cada instante del día, viviendo en una constante acción de gracias. Llega a tener tal identificación, que al final de su vida firma algunas cartas con ese nombre: “Laudem Gloriae”.
La Trinidad es el vértice de su espiritualidad y para
ella Cristo es el camino que conduce a esa meta. Su espiritualidad Trinitaria
también tiene una dimensión mariana. Una espiritualidad que contempla a María
como modelo de nuestra configuración con Cristo y como una auténtica Alabanza
de gloria.
La Santa del Silencio
v A
los 15 años; en sus poesías, soñaba con estar en soledad con Cristo: «Vivir
contigo solitaria.»
v A
los 19: «Pronto seré toda tuya, viviré en la soledad, no ocupándome más que de
Ti, no conversando más que contigo.
v La
soledad carmelitana la embelesó: «Sola con el Solo», es toda la vida del
Carmelo.
v
La Belleza divina merece la atención de un alma
elevada por la gracia hasta el consorcio de la vida trinitaria. Dios sólo
basta.
v Una
sola alma que se eleva hasta la unión transformadora es más útil a la Iglesia y
al mundo que una multitud de otras que se agitan en la acción.
v Vivir
como ermitaño; al igual que Elías, habitar en pequeñas celdas como los monjes
del Monte Carmelo en las rocas. Como fue el más ardiente deseo de Teresa «El
estilo que pretendemos llevar ─escribe en el Camino de Perfección─ es no sólo
de ser monjas, sino ermitañas.»
El Silencio Exterior e Interior
v El
silencio exterior no es el más necesario. En ciertas circunstancias es hasta
imposible.
v Debe
ser buscado; como que favorece el silencio interior y a Él conduce normalmente.
v Era
amante de la clausura; las conversaciones inútiles en el locutorio eran para
ella un tormento.
v Fue
fiel a ese espíritu de silencio hasta el último día.
v El
verdadero silencio de la Carmelita es el silencio del alma, en el que encuentra
a Dios.
v «El
Carmelo, es como el cielo: hay que separarse de todo para poseer al que es todo.»
v Profesaba
un culto especial a Sta. Catalina de Sena, a causa de la doctrina de la gran
mística dominica sobre la «celda interior».
v Ese
silencio interior, tan estimado por sor Isabel, debía tomar rápidamente en ella
la forma de un ascetismo universal y un lugar primordial en su vida mística.
Parangonando
Dios obra
de maneras distintas en cada santo, sería inútil hacer entrar en un molde
idéntico a dos santos de una misma familia religiosa. A menudo se ha comparado
a santa Teresa del Niño Jesús y a Sor Isabel de la Trinidad; sus caminos son
esencialmente diferentes.
v La
Carmelita de Lisieux cubre brillantemente todo el universo católico con sus
pétalos de rosas deshojadas por amor. Ha enseñado al mundo moderno a volver a
ser niño ante Dios.
v La
Carmelita de Dijón llena su misión entre las almas interiores; Sor Isabel de la
Trinidad fue la santa del silencio y del recogimiento.
MIDIENDO EL AVANCE
El Agendo Contra
Dios obra
de maneras distintas en cada santo, sería inútil hacer entrar en un molde
idéntico a dos santos de una misma familia religiosa. A menudo se ha comparado
a santa Teresa del Niño Jesús y a Sor Isabel de la Trinidad; sus caminos son
esencialmente diferentes.
v La
Carmelita de Lisieux cubre brillantemente todo el universo católico con sus
pétalos de rosas deshojadas por amor. Ha enseñado al mundo moderno a volver a
ser niño ante Dios.
v La Carmelita de Dijón llena su misión entre las almas interiores; Sor Isabel de la Trinidad fue la santa del silencio y del recogimiento.
«He tenido hoy la alegría de ofrecer a mi Jesús varios sacrificios sobre
mi defecto dominante, pero, ¡cómo me han costado! Reconozco en eso mi
debilidad... Paréceme, cuando recibo una observación injusta, que siento hervir
la sangre en las venas, ¡tanto se rebela mi ser!... Pero Jesús estaba conmigo.
Oía yo su voz en el fondo de mi corazón y entonces estaba pronta a soportarlo
todo por su amor.»
PRIMERAS GRACIAS MÍSTICAS
v Los
primeros toques místicos llegan durante un retiro en Enero de 1899.
v Mediante
la lectura de las obras de Santa Teresa.
v Después
de un rudo combate espiritual que duraba desde hacía más de once años y que no
cesó nunca.
v Manifestación de estados elevados de oración.
EL SENTIDO DE SU NOMBRE
La Madre María de Jesús, que en la tarde del día de su primera Comunión, le había dado en el locutorio una estampa con este breve pensamiento para explicarle el sentido de su nombre:
En tu bendito nombre se encierra
todo un misterio que hoy se cumplió.
Tu pecho, niña, es en esta tierra…
«Casa de Dios» del Dios del amor
ENCUENTRO CON EL PADRE VALLÉ
«Pero
ciertamente, hija mía, el Padre está ahí, el Hijo está ahí, el Espíritu Santo
está ahí.»
Pronto pudo percatarse de que Isabel Catez no lo escuchaba ya.
«La he visto alejarse como una ola apenas perceptible.»
Isabel
Catez era de esas almas que, habiendo hallado la luz divina, no se desvían más.
A partir de ese día, todo se transforma y se ilumina; ella ha encontrado su
camino. En adelante la Trinidad será su vida única a través de todo.
UNA PRUEBA DE FE
v Experimenta
un sufrimiento pasivo en el noviciado.
v Desaparece
la facilidad de oración.
v Se
sintió en un abandono; el alma desamparada.
v
Sintió morir su sensibilidad.
v
En el noviciado oyó estas palabras “no se viene al
Carmelo para soñar con las estrellas. Id a Él por la fe”.
v Se
aferró a un afecto demasiado humano hacia una de sus hermanas.
v Percató
de este afecto y se desprendió de este delicadamente.
v Estas
pruebas de fe la acercaron más vivazmente a Dios.
v Le
ayuda a comprender y consolar con mayor vehemencia a otras personas.
v Todos
sus sentidos pasaron por el desprendimiento absoluto.
v Entendió que el cielo comenzaba en la tierra, por medio de la fe.
ESPERANDO EL GRAN ENCUENTRO
Durante la Cuaresma de 1906
v Sentía
un agotamiento, una fatiga que la hacía casi sucumbir.
v Encuentra
al azar una frase de San Pablo «Lo que quiero, es reconocerlo a Él, la comunión
con sus sufrimientos y la conformidad con su muerte.»
v Entendió
esta frase como su próxima liberación.
v Fue
diagnosticada con una enfermedad gástrica que la coloca en la enfermería.
v Paradójica
la enfermedad le producía alegría.
v Se
le vio avanzar por el dolor con la dignidad de una reina.
v Una
repentina recuperación la hizo sentirse un tanto decepcionada.
v A pesar de sus sufrimientos mantenía serenidad en su rostro.
SU ENTREGA FINAL
Finales de 1906
v El
30 de Octubre regresa a la enfermería.
v Siente
venir el ocaso de su vida y su encuentro con Dios.
v Presentó
un estado febril muy intenso.
v Sus
últimas palabras inteligibles [Voy a la Luz, al Amor, a la Vida]
v Decían
que lucía bella como un ángel.
v Finalmente y en presencia de sus hermanas expira su último aliento.
OBRAS COMPLETAS
v Excursiones
a las Montañas de Jura (Suiza). Una pequeña libreta en donde anotó a detalle
sobre los viajes que hizo con su madre y su hermana.
v Diario
Espiritual (Escrito entre 1899-1900, antes de ingresar al Carmelo).
v El
Cielo en la Fe (Escrito de forma de ejercicio espiritual dirigido a su hermana
en el que detalla experiencias y vivencias personales en relación con ser
«Alabanza de Gloria» de la Santísima Trinidad).
v Últimos
Ejercicios Espirituales (De profunda doctrina y de entrega a la Voluntad de
Dios, escrito en los últimos meses de su vida).
v La
Grandeza de Nuestra Vocación y Déjate Amar (Dos cartas de gran riqueza
espiritual escritos en los últimos meses de su vida. El primero es dirigido a una amiga y el
segundo a su priora).
v Cartas
(Un compendio de 340 cartas que se conservan).
v Notas
Íntimas (Una serie de oraciones y reflexiones compuestas por Sor Isabel, entre
ellas su «Elevación a la Santísima Trinidad»).
v
Poesías.
CONOCIENDO UN POCO
ELEVACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD (21 de noviembre de 1904 ─ J.M. † J.T.)
¡Oh Dios
mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí, para
establecerme en Ti, inmóvil y serena, como si mi alma estuviera ya en la
eternidad. Que nada pueda turbar mi paz ni hacerme salir de Ti, mi Dios
inmutable, sino que cada momento me sumerja más adentro en la profundidad de tu
Misterio. Pacifica mi alma, haz en ella tu cielo, tu morada más querida y el
lugar de tu descanso. Que nunca te deje solo allí, sino que esté por entero
allí contigo, bien alerta en mi fe, en total adoración y completamente
entregada a tu acción creadora.
¡Oh mi Cristo amado, crucificado por amor! Quisiera
ser una esposa para tu Corazón; quisiera cubrirte de gloria; quisiera amarte….
¡hasta morir de amor! Pero conozco mi impotencia, y te pido me «revistas de ti
mismo» [Ga 3, 27], que identifique mi alma con todos los sentimientos de tu
alma, que me sumerjas en Ti, que me invadas, que ocupes Tú mi lugar, para que
mi vida no sea más que una irradiación de tu Vida. Ven a mí como Adorador, como
Reparador y como Salvador.
¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios! Quiero pasar mi
vida escuchándote, quiero ser toda oídos a tu enseñanza para aprenderlo todo de
Ti. Y luego, en medio de todas las noches, de todos los vacíos y de toda mi
ineptitud, quiero vivir con los ojos siempre clavados a Ti y permanecer bajo tu
inmensa luz.
¡Oh mi Astro querido! Fascíname de tal manera, que ya
nunca pueda salirme de tu radiación.
¡Oh Fuego devorador, Espíritu de Amor «Ven a mí» [¿Lc
1, 35?] para que se produzca en mi alma una especie de encarnación del Verbo:
que yo sea para Él una humanidad suplementaria en la que Él pueda renovar todo
su misterio.
Y Tú, ¡oh Padre!, inclínate sobre esta pobre criatura
tuya, «cúbrela con tu sombra», y no veas en ella más que a tu «Hijo el amado,
en quien has puesto todas tus complacencias». [Mt 17, 5]
¡Oh mis Tres, mi Todo, mi eterna Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad donde me pierdo!, yo me entrego a Ti como víctima. Escóndete en mí para que yo me esconda en Ti [Col 3, 3], hasta que vaya a contemplar en tu luz el abismo de tus grandezas.
Un primer
milagro obtenido por intercesión de Sor Isabel se verificó el 17 de febrero de
1984. Fue la curación milagrosa de Fray Jean Chanut, un monje de la abadía cisterciense,
por entonces maestro de novicios. Tenía 31 años de edad en 1938 y sufría de
tuberculosis renal. A pesar de la extracción de un riñón, la enfermedad se
extendió por todo el tracto urogenital. Fray Jean sufría mucho, estaba
incapacitado para continuar con sus oficios dentro de la comunidad y todo
parecía indicar que el único desenlace sería la muerte. Sin embargo, en enero
de 1943, siguiendo el consejo de un padre predicador, la comunidad cisterciense
comenzó una novena de oración, confiando en la intercesión de Sor Isabel.
Concluida la novena el Fray Chanut recuperó las fuerzas y pudo reanudar
rápidamente la plena observancia de la Regla, las vigilias y los ayunos severos
propios del estilo de vida cisterciense. Las pruebas de laboratorio que se le realizaron,
demostraron la milagrosa desaparición de la enfermedad. Fray Chanut más tarde
fue abad del monasterio y murió en África en 1980. Este milagro permitió la
beatificación de Sor Isabel el 25 de noviembre de 1984.
Un abrazo a todos en Cristo Jesús
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Marcelo, excelente tu artículo muy interesante y de gran enseñanza para seguir creciendo en el conocimiento de la vida de los santos del Carmelo. Dtb y unidos en oración siempre, siempre, siempre.
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