Cristo Amigo de Brazos Abiertos
Parroquia Santa María Madre de Dios,
Manzanares; Baruta.
Hoy, Abril 20
del 2020, deseo compartir con toda la comunidad carmelitana y mis hermanos, una noticia que
me entristece de manera particular, este fin de semana ha fallecido mi gran amigo,
consejero y compadre, el señor José Francisco Gil; pero ustedes se preguntarán…
¿Quién es el señor Gil…?
Esta persona
prácticamente desconocida para nuestra comunidad, fue en otrora el radiologo de
la torre Pequiven aquí en Caracas; además miembro de la Renovación Carismática,
de las comunidades de los Teques y el Jarillo.
Gil solía
predicar la palabra a cada uno de los empleados que nos tocaba hacernos placas
radiológicas para los exámenes médicos de la empresa; en aquella época, yo
trabajaba como mensajero interno en la desaparecida filial de Corpoven, solía
ser un joven cargado de angustias y problemas hasta que me tocó llegar a su
cuarto de radiología.
Fue ahí,
donde esta persona de distintiva elocuencia me comienza a hablar de la
Eucaristía, la Misa y Jesús [pensé que estaba chiflado] pero entre dimes y
diretes de esta vida decidí darle una oportunidad a toda eso que consideré por
un instante, una logorrea; jamás pensé lo que se me venía encima.
En poco
tiempo mi ronda de mensajería entre los pisos de esa torre tenía una parada
diaria obligatoria; el cuarto de radiología; una sed y hambre de conocimiento día tras día, me impulsaba a aprender sobre la Biblia, la oración, la imposición de manos, las palabras de ciencia,
las misas carismáticas y el respeto al sacerdocio.
Fue Gil; a quién
le decíamos cariñosamente de esta manera, quién me presentó a nuestro Señor
Jesucristo; por medio de él llegaron cosas maravillosas a mi vida; por él
conocí a mi esposa, fue por sus consejos y dirección que recibí la revelación
del nombre de mi primer hijo al primer mes de gestación; fue él, quién me llevó
a retomar mi confesión con el Padre Vicente Mancini en la improvisada Capilla
del divino niño frente al antiguo Bazar Bolívar cercano al Unicentro el
Marqués; ahí estuvo cuando conocí a nuestro querido Fray Cristóbal Domínguez y
la hermosa comunidad San José Obrero; fue por él que este servidor, aprendió
amar a la Iglesia, a sus sacerdotes y hacer el Rosario; el mismo que ahora hago
por su descanso eterno.
Ahora que ha
partido en unas condiciones tan piadosas como lo es; en la fiesta de la
Misericordia, es igualmente antagónica su partida en una situación tan
inhumana de país; en medio de una cuarentena; de una pandemia; de la precaria
realidad de ser un jubilado en esta tierra y sin poder ofrecerle mi último
adiós, a aquel que en vida fuera quien me llevó a ti Señor. Se ha ido solo, en
su humilde anexo de los Teques, sin más compañía que los libros que le rodeaban.
Ahora que
ruego por su alma, por aquel hombre que atendió el teléfono a cualquier hora
del día para escuchar mis lamentos cotidianos; no tengo otra cosa, que ofrecerle
la sencillez de mis palabras en este blog comunitario. Desde el Seno del
Carmelo Seglar de Caracas; tu hermano Marcelo de Santa María de Monte Carmelo, te envío mis ruegos y oraciones querido amigo, por
haberme dado el más grande de los regalos de mi vida; la inequívoca experiencia
de Jesús.
Que el Señor
no distraiga su mirada en tus errores y que pose su vista en la oportunidad de
salvación que pusiste en los corazones de tantos; yo sólo fui uno más; pero uno
más que en todos estos años, nunca se olvidó de ti y siempre te tuvo presente
en las buenas y en las malas; para ti, el Cristo amigo de mi parroquia
Manzanares y ruego al Señor bendiga tu ascenso al paraíso, paz a tu alma.
Un abrazo a todos en Cristo Jesús...
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