Hace un tiempo tuve una
conversación con un hermano de una corriente cristiana diferente a la mía,
entre acuerdos, desacuerdos y acusaciones contra la fe católica, traté de hacerle
ver una visión más amplia del amor de Dios; infructuosamente no se puede enseñar
a quién no quiere aprender.
En resumen, el me exigía
que le diera una conclusión de mi postura; sin embargo, una conclusión no es
algo tan fácil de hacer ver cuando se trata de un proceso que ha tomado años de
evolución del pensamiento; aun así, me arriesgué.
En aquella famosa
parábola de Jesús del buen samaritano, resalto un error fundamental en el cual
incurren muchas veces algunos cristianos de cualquier tendencia y aquella manía
de utilizar la Biblia como un código penal; la cual sin excepciones, se cree que debe
ser acatada rigurosamente.
Quisiera destacar y
aclarar algunos detalles importantes de esa famosa parábola. En primer lugar
hay que entender qué representaba un samaritano en el tiempo de Jesús; según la
historia hebrea, los samaritanos eran judíos separados del ortodoxismo porque
consideraban que la ley mosaica debía tener puntos de inflexión; por tanto, no
era necesario seguir la ley con aquella rigurosidad; por esto, fueron motivo de
rechazo social por quienes vivían el judaísmo de manera extrema y flageladora.
Cuando Cristo introduce
la figura de un samaritano en su parábola, es necesario imaginar la cara de
descontento que debieron haber puesto los que estaban a su alrededor; porque si
había algo en lo que el Señor era particularmente experto, era en meter el
dedo en la llaga.
La parábola nos ofrece
una moraleja obvia y evidente; hacer la misericordia, pero un poco más allá hay
que analizar en qué condiciones se realizó este acto altruista del relato de
Jesús. No se trataba de un simple acontecimiento de bondad, sino de cómo se
llevó a cabo. En primer lugar, lo realiza alguien que está bajo el estigma del
rechazo social (un samaritano); segundo, enseña que el bien puede venir de
cualquier parte; de un escriba, de un fariseo o en este caso, "de un samaritano" o lo que pudiéramos traducir en un lenguaje moderno; de un mormón, de un ateo o
de un budista. El bien siempre será bien independientemente de donde venga. En
tercer y último lugar (aunque con las parábolas de Jesús nunca hay un último
lugar) se halla el hecho de que “el bien” fue realizado fuera del marco de “la
ley”; pese a la prohibición del libro de Levítico sobre tocar la sangre.
Los que escuchaban la
parábola en aquel momento estarían esperando que el Señor preguntara ¿Quién hizo
lo que decía la ley?; sin embargo, acostumbrado Jesús a salir por la tangente
pregunta, ─¿Quién practicó la misericordia…? Imagino la cara de perplejos que
habrá puesto la audiencia del momento, unos se habrán caído como Condorito,
otros probablemente se habrían excusado replicando ─ Nooo, pero eso no es lo
que ley dice… Hay que destacar que el hecho de la presencia del samaritano en
esa historia, movía los cimientos más profundos de la estructura y complejos
sociales de la época, porque la parábola enseña que para hacer el bien, no es
necesario seguir la ley, dejando la ley en segundo lugar; algo inconcebible
para los ortodoxos y fanáticos de otrora. La ley es flexible y si quedan dudas
al respecto, en otra parábola los mata con lo de la oveja pérdida, pero eso es
para otra publicación.
Así que Jesús descubre
una ley imperfecta ante los ojos de aquel público, una ley que no se puede
aplicar siempre del mismo modo; lo cual también representa un riesgo, y el
peligro de los cómodos que siempre quieren torcer y tergiversar las escrituras a
su conveniencia. Muestra precisamente con suma elegancia aquel punto de inflexión
tan rechazado por la sociedad, que expone a una ley vulnerable y defectuosa;
pero a la vez, accesible y abierta para todos, centrada en el amor al prójimo
en lugar de una lista de chequeo y deberes que como examen de admisión en la
universidad, rige quién entra y quién no. Esto se llama, “Poner límites al amor
y la misericordia de Dios”.
La Biblia es una guía que
muchas veces es utilizada para encarcelar, segregar y limitar la aceptación de
Dios hacia los fieles desde un punto de vista social; este es el peor de todos los
errores de los cristianos en general, tal vez puedes recomendarle a alguien qué hacer para agradar a Dios; pero, “No le puedes decir a Dios a quien a amar” y
en especial, en manos de quien poner su misericordia. Si queremos vivir rodeados
o peor aún, sitiados por los márgenes bíblicos, está bien, eso es una decisión
personal; pero no intentemos parcializar el amor de Dios solo por una
escritura; de lo contrario, estaríamos sosteniendo la tesis de que el amor y la
misericordia de Dios no son infinitos, lo cual es completamente falso, Dios no
tiene límites, sino no sería Dios.
Del tal manera que "concluyo"; así como me lo exigía mi interlocutor al principio. a) El amor y la misericordia de Dios son infinitos; b) La ley es imperfecta e incompleta y c) No siempre hacer el bien, va de la mano con la ley. Citando aquella frase del Gobernador Swann en el famoso film de Piratas del Caribe: "A veces hacer lo correcto, demanda un acto de piratería".
Feliz día en Cristo Jesús.
1 Komentar
la paz del señor esté contigo querido hermano y feliz pascua de resurrección para ti y para tu querida y apreciada familia!
BalasMe alegra mucho leer este artículo en este momento tan grande en el que vivimos de una manera tan recia el desierto y el silencio. Me alegra porque dice muchas cosas que afirmo cada día en este tiempo como el hecho de que estamos viviendo un tiempo de gracia y de paso del señor y no un tiempo de castigo como lo pretenden hacer ver muchos justificando de manera errada con las sagradas escrituras. Realmente hay que dedicarse a conocer al señor a través de la palabra, conocer su corazón y su infinito amor que da gratuitamente a cada uno que abre sinceramente su corazón a él.
Definitivamente quien conoce y sigue conociendo y encontrándose con el verdadero Dios es un ser nuevo y transformado y vive la ley perfecta que es la ley del amor