La Reunión 20/08/2023

 

Estimados amigos y miembros de la comunidad OCDS.

 

El pasado 20 de agosto de 2023, se realizó la reunión comunitaria de “Llama de Amor Viva”, la cual contó con dos especiales particularidades, primero, la asistencia de Fray Cristóbal Domínguez y segundo, su realización en las instalaciones de la parroquia Santa María Madre de Dios, en la urbanización Manzanares.

En el encuentro se conversaron aspectos de interés sobre las raíces de nuestra identidad carmelitana; además de resaltar, lo trascendental de volver a las mismas, como punto y agenda prevista en el proceso de consolidación de temas para todas las comunidades.

Nuestraa hermanas Maritza Rangel y Fina Ayasterán guiaron la mayor parte de la información requerida para la reunión; donde de manera adicional, se trajo a la palestra algunas de nuestras experiencias de vida más significativas, en el camino de revelación y encuentro personal con nuestro Señor.

En esta etapa del encuentro, cada uno de los miembros permitió dar a conocer los detalles neurálgicos de cómo habían sido tocados, lo que en nuestro manual de formación podría interpretarse como “La Llamada a la Santidad”. Seguro que cada ser humano; profundamente, ha tenido alguna manifestación, pero atender a tal llamado, tiene un impacto y requisitos distintos para cada quien.

Es posible que aquellos que no se sienten identificados con la Iglesia, con la religión o sus miembros, probablemente también han experimentado un llamado, el cual lastimosamente, sólo puede ser captado cuando convergen algunos posibles factores intrínsecos del ser; tales como, una necesidad, la búsqueda de respuestas, la gratitud o, porque no, curiosidad.

Es imperativo entender la materialización de estas asambleas seglares en medio del mundo en que vivimos, estamos tan inmersos en las obligaciones cotidianas y tan asediados que se puede descuidar fácilmente nuestro compromiso.

La sociedad moderna se desarrolla bajo la esclavitud de lo que se podría concluir como un liberalismo desenfrenado y tal vez en medio de estas tribulaciones, hemos olvidado la dimensión del deber que implica ser cristiano y, en nuestro caso particular, ser cristiano y carmelita.

Claro está, que en un mundo cada vez más alejado de Dios, el cual presenta cada vez menos resistencia hacia la perdición, aquellos que insisten en ver el libertinaje como un uso consciente de la libertad, no comprenden que un mundo sin Dios, es un mundo inescrupuloso. Basta ver como la violencia, el caos y la estupidez humana, reina en todas partes y si desea ver una muestra, sólo tiene que ingresar en las redes sociales.

Ahora, cuál es el compromiso que debemos asumir, cuál sería la postura que debemos conservar como imagen de Cristo... porque ser cristiano sin un plan de acción, desvinculados del amor fraterno y sin responsabilidades, no es ser cristiano. Hasta cuándo vamos a estar ensimismados en pequeñas diferencias, cuando los retos que demanda Jesús de cada uno de nosotros, está más allá de cuatro paredes.

El mundo no puede resumirse a un solo entorno y el hermano, no puede simplificarse sólo a nuestro prójimo; literalmente hablando, sólo al que tenemos al lado, porque el llamado y la respuesta consecuente de esa santidad que anhelamos, no puede quedar rezagada en la privacidad de una reunión.

Es por esto, que la recapitulación de lo que significa pertenecer a una orden religiosa, no se limita a una vida comunitaria aislada, sino a la reverberación que producimos en la amplitud de los espacios que habitamos.

Las antiguas órdenes religiosas en la historia de la Iglesia, surgieron para reconectar el camino y la simplicidad del mensaje de Cristo; jesuitas, cistercienses, franciscanos, benedictinos, habían visto como la alta jerarquía eclesial del período medieval, parecía haberse estancado en el poderío derivado de la caída del imperio romano, pero que gracias al trabajo conjunto de las florecientes órdenes, se integró más cercanamente a las necesidades de las personas comunes. Frailes, monjas y laicos, priorizaron y profundizaron el mensaje de Jesús; produciendo reformas que darían el resurgimiento del cristianismo, acercándose al origen de su mensaje.

No hay fe sin obras, palabras que destacan hasta el cansancio en las cartas de Pablo y en los Evangelios, ahora más que nunca, el compromiso está llamando a nuestra puerta y debemos abrir. La carta a los Gálatas expresa que "la fe actúa por medio del amor" o como dice Santiago, "sólo se llega a la verdadera rectitud a través de las obras". Hoy se hace más evidente, que no creceremos en la fe, si no crecemos en obras.

El mundo se está pudriendo a causa de silencio y mientras perdemos el tiempo buscando cómo predicar sin herir la susceptibilidad de otros, el demonio sigue ganando almas en medio de la confusión y la desinformación, porque donde reina el caos y la división, ahí está el mal, cargándose las almas de los niños mediante el aborto y la honorabilidad familiar, sustituida por el liberalismo sexual. Es hora de volver al origen, como lo hicieron las antiguas órdenes religiosas, que no es otra cosa que caminar de la mano con quien necesita el mensaje.

Tenemos la obligación de llevarlo fuera de nuestras paredes, mientras haya algo que salvar aún. Santiago nos dice que "la religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo."

Según lo brevemente expuesto, asiento y concuerdo con el llamado de volver al origen, pero no el origen sobre el conocimiento teórico de nuestra orden, sino más bien, de la acción de "amar y hacer el bien" como expresa la carta a los hebreos. Y para animarnos a esta titánica tarea, que no es menos difícil que cuando caminaban los apóstoles, les incentivo a iniciar con las habilidades que cada uno ha recibido, como dijo Pedro en su primera carta: “Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios."

Si la duda persiste en medio de nuestras dificultades, lleven en su corazón las palabras de Juan Pablo II: “No tengáis miedo”. Por último y no menos importante, que una gran bendición se extienda a todos los miembros de la comunidad; especialmente, por el esfuerzo inmensurable de haber llegado a esta recóndita parroquia de Santa María Madre de Dios.

 

Un abrazo a todos en Cristo Jesús


Previous
Next Post »
0 Komentar